Nuestra salud actual depende de muchos factores: genéticos, antecedentes traumáticos o infecciosos… pero los únicos aspectos que podemos controlar en cada momento son nuestros hábitos de vida.
Para saber evitar la enfermedad necesitamos saber cómo funciona el ser humano cuando está sano desde una perspectiva de conjunto (teniendo en cuenta las emociones, el metabolismo, las defensas, las hormonas…).
El ser humano apareció hace 2 millones de años y hasta ahora ha vivido con unos hábitos en unas condiciones que le han permitido sobrevivir. Desde entonces, nuestra genética apenas ha cambiado pero nuestro entorno está cambiando tan rápidamente que no nos está dando tiempo a adaptarnos. En comparación con hace poco tiempo, vamos a poner 30 años, se están produciendo los siguientes cambios en nuestra forma de vida:
- Una gran parte de la población vive en entornos creados artificialmente por el hombre, sin apenas contacto diario con la naturaleza
- Nos exponemos menos al sol
- Comemos alimentos que nos estamos inventando y no porque sean saludables, si no porque nos producen placer al saborearlos
- Cada vez más vivimos en un mundo individualista, cuando somos una animal ultrasociable
- No tenemos el musculoso que necesitamos porque nos movemos cada vez menos
- Llevamos un ritmo de vida acelerando con poco tiempo para el autocuidado
El confort material que hemos alcanzado no equivale necesariamente al bienestar físico y psicológico. Así que invirtamos unos minutos en pensar cómo podemos ganar salud aún sabiendo que tenemos ciertas limitaciones por nuestro estilo de vida actual (muchas ocupaciones y poco tiempo para nosotros mismos).
Para lograr un mayor equilibrio cuerpo-mente y con ello un buen estado de bienestar debemos saber que hay básicamente cuatro hábitos de vida que pueden determinar nuestro estado de salud: el ejercicio físico, la nutrición, la gestión emocional y el descanso.
EJERCICIO FÍSICO. Tanto la inactividad (provoca pérdida de masa muscular y aumento de grasa) como el exceso (si abusamos de nuestro cuerpo, nuestros tejidos envejecen en exceso) de actividad física son causa de patologías inflamatorias.
La actividad física regular y coherente con tus capacidades aumenta la resiliencia (tolerancia a sufrir patología o estrés) y regula todos los sistemas corporales (cerebral, endocrino, inmunitario, metabólico, nervioso central,…) actuando como una verdadera “polipastilla”.
Consejo: realiza ejercicio físico regular (4 días semanales o 2,5-3 horas semanales) coherente con tus capacidades para conseguir mejorías significativas.
NUTRICIÓN. El grado de palatabilidad (“placer en el paladar”) de la comida recientemente “inventada” es tan alto que somos incapaces de contenernos. Aunque no tengamos hambre buscamos la felicidad en la comida, y es que por ejemplo, el azúcar multiplica por cuatro el nivel de endorfinas. Cuando una persona es activa necesita más calorías que cuando es sedentaria, evidentemente. Pero lo más importante es la calidad de los alimentos, porque la nutrición debe de aportar energía y nutrientes para mantenernos sanos y no enfermar.
Consejo: come con coherencia, evitando los productos de alimentación (refinados, elaborados 100% por la industria, envasados con conservantes, azucarados,…) y prioriza los alimentos naturales (“aquellos que cazarías, pescarías y recolectarías”) ecológicos, del entorno y de temporada. Y por supuesto hidrátate a base de agua con minerales y no con refrescos.
GESTIÓN EMOCIONAL: siempre hemos creído que las circunstancias externas determinan nuestro estado interior pero hoy sabemos, gracias a la ciencia, que la mente determina nuestra experiencia exterior. Incluso podemos cambiar cualquier circunstancia de nuestra vida, si sabemos cómo hacerlo. Todos vivimos situaciones desagradables pero la actitud y la determinación que adoptamos para “digerir” esos acontecimientos pueden determinar nuestra salud emocional.
Consejo: dedica tiempo a conocerte, evita los pensamientos negativos repetitivos y decide el que quieres cambiar para dar lo mejor de ti en la vida. El cambio debe empezar desde nosotros mismos.
DESCANSO: es un factor importante para determinar nuestra salud y bienestar. Cuando descansamos, nuestro cuerpo se recupera y restaura durante las diferentes fases del sueño. Los tejidos del cuerpo crecen y se reparan gracias a la hormona de crecimiento, que se activa durante el sueño. Si no dormimos varias noches seguidas, nosotros mismos sentimos como estamos más débiles, irritados y con menos energía.
Consejo: duerme horas de calidad y si algo te quita el suelo revísalo para ponerle solución.
Proponte conseguir más calidad de vida y mejorar tu salud física y emocional. Lo realmente importante no es vivir, es vivir bien.