Seguramente lo primero que nos viene a la cabeza es que el dolor es malo. Un mundo sin dolores puede parecernos un sueño ideal, pero si profundizamos en el significado del dolor nos daremos cuenta de que estamos equivocados al sentenciar como nuestro enemigo.
Imagina que te acabas de caer de la bicicleta y te duele el pie. Debes de moverte para pedir ayuda, ya que estás solo y lejos de tu casa. Hasta que no llegues al hospital y te revise un médico no vas a saber bien que te está pasando y que debes de hacer para calmar tu dolor, que es lo único que ahora te preocupa. Si la lesión resulta que es grave, por ejemplo una fractura, lo más aconsejable es no apoyar el pie hasta que se estabilice. ¿Crees que si no tuvieras dolor evitarías apoyar el pie sin tener más información? La respuesta más probable es que no. Es el dolor el que te impide que aumentes la gravedad de la lesión y puedas lamentarlo en el futuro.
Por lo tanto, el dolor es un sistema vital de advertencia para nuestros cuerpos: nos alerta cuando estamos haciendo algo dañino y debemos detenernos, además de avisarnos si algo está lesionado para que lo investiguemos.
Sin embargo, ¿por qué estamos empeñados en apagar o silenciar el interruptor de peligro sin buscar el causante del incendio? Es decir, ¿por qué abusamos de los medicamentos (incluso con automedicación) para evitar sentir dolor sin buscar y poner solución al problema de origen?
Quizás ocurre porque estamos demasiado acostumbrados a luchar contra aquello que nos frene o límite nuestro ritmo frenético, en vez de respetar el ritmo que marca nuestro propio cuerpo para mantener nuestro estado de Salud equilibrado.
Pues bien, si la función fisiológica del dolor es señalar al sistema nervioso que zona del cuerpo está lesionada prestemos atención durante unos minutos al problema para poder encontrar la solución definitiva y no seguir poniendo parches temporales.
Parece que tras esta reflexión, el dolor ya no es tan malo e incluso podemos contemplarlo como algo bueno si entendemos que es la señal que necesitamos para ponerle fin a lo que nos hace daño.
¿Y cómo debemos de actuar cuando tenemos dolor?
Para solucionar cualquier situación, debemos comenzar reconociendo que hay una situación que necesita solución. Identifica cuál es el problema y analiza sus causas: cuándo empezó, que lo provocó o qué actividad estabas haciendo cuando se desencadenó y con qué actuaciones mejora y empeora.
Con esa información debes de actuar con coherencia, es decir, evitando o disminuyendo las prácticas que provocan el dolor y potenciando lo que crees que elimina o alivia el dolor.
Si no consigues resolver el problema tú solo, busca ayuda del profesional sanitario con el que esté relacionado el conflicto. A veces es necesario tomar decisiones que ayuden a aliviar tu dolor temporalmente mientras lo resuelves, pero no olvides buscar la causa e intenta resolverlo definitivamente. No lo pospongas, ya que no solo no mejora sino que empeora.